Además de educadora canina especializada en filosofía amable y perros con graves problemas emocionales, también soy tutora de dos seres muy especiales que vinieron a ponerme el mundo patas arriba:
Un border collie, Max, cuyas necesidades cambiaron radicalmente al quedarse parapléjico a los 6 años, y Rumba, una mix de perro lobo y mastín, que mezcla su necesidad de guarda con miedo a desconocidos y a la ciudad.

También me pasó como a ti. Seguí consejos baratos, sobre todo cuando Max llegó a casa. Me centré en la obediencia y en el “adiestramiento en positivo”. 

Si tiraba de la correa, me quedaba quieta y si venía a mi lado, le daba una chuche.

Si no seguía a una bicicleta, chuche.

Y el día que no llevaba los premios, la desconexión con mi perro era total.

Y Rumba ni siquiera me cogía la comida. 

Así que me puse manos a la obra y me di cuenta de que todo era mucho más sencillo, que los perros no son robots sino seres con personalidades, gustos y necesidades individuales.

Y ahí cambió todo.

Ahora son más de 1000 las familias que han pasado por Mumbie, y hemos creado “el barrio digital de los perros”. Somos las vecinas que se alegran por tus logros, que te ayudan cuando las cosas van regu, y que crean un espacio libre de juicios para que tú y tu perro podáis ser vosotros mismos.